El impacto de la comunicación en la domesticación del perro

Communication’s Impact on Dog Domestication

por Courtney Sexton

Mucho antes de comenzar mi viaje para convertirme en dogólogo (también conocido como investigador de biología evolutiva y comportamiento animal), me inspiraron las formas en que mi difunto perro Remy y yo pudimos comunicarnos a través de un sistema de nuestra propia creación, a pesar de nuestras tremendas diferencias.

Esta compañía tan singular me hizo preguntarme cómo llegaron los perros, descendientes de grandes depredadores, y las personas al punto de compartir hogares (y helados). Quizás conozcas la historia de la domesticación de los perros, pero si no, aquí tienes un repaso.

Una historia muy breve de la domesticación del perro

Hace unos 25.000 años, los lobos que con el tiempo se convertirían en perros comenzaron a convivir con nuestros ancestros humanos. Aún no sabemos exactamente por qué (y quizá nunca lo sepamos).

Pero algunos individuos intrépidos de ambas especies —ambas muy sociables por naturaleza— vieron que la cooperación podía ser valiosa. Era una época difícil para la supervivencia de cualquier especie, con un clima en rápida evolución (pensemos en la última Edad de Hielo) y recursos limitados.

Con lobos (futuros perros) a nuestro lado, podíamos cazar con mayor rapidez y éxito. Para animarlos a quedarse y seguir ayudándonos en lugar de comernos, compartíamos el botín con nuestros amigos cánidos, quienes agradecían la seguridad alimentaria y el calor del fuego.

Con el tiempo, gracias a los perros, aprendimos que podíamos domesticar otros animales (como caballos y vacas) y plantas, y esto allanó el camino para que surgiera un comercio eficiente entre tribus distantes y sociedades agrarias.

¿Por qué los perros son perros y no lobos?

Miles de años después, existe una enorme diversidad entre las razas de perros domésticos. Pero antes de eso, muchas cosas cambiaron. Cuando los humanos "seleccionaron" lobos más dóciles o accesibles, empezaron a tener un aspecto diferente.

Tras unas cuantas generaciones, los primeros perros se diferenciaban de sus ancestros lobos tanto en comportamiento como en físico. Eran accesibles y amigables, y desarrollaron hocicos más cortos, orejas caídas, dientes más pequeños, colas rizadas y pelaje moteado. Algunos investigadores creen que esto se debe a una disminución de la adrenalina, pero los comportamientos observados en las razas modernas lo ponen en duda .

Independientemente del mecanismo, una cosa es segura. La comunicación fue clave en el proceso. Encontrar maneras de "decirle" a un posible depredador que podías ayudarlo requirió cierta innovación por parte de nuestros antepasados, y, como sabemos, los lobos, y luego los perros, han adaptado una comprensión notable de nuestra jerga y nuestras señales. Y eso ha generado confianza.

La domesticación es diferente en la era moderna

Hemos llevado la cercanía forjada por la necesidad (y quizás la curiosidad genuina) con los compañeros caninos a una nueva fase de lo que significa para los perros ser domesticados, que para muchos es que ahora son parte de la familia.

Los perros son ahora una parte fundamental de nuestras familias, de diferentes maneras. Y, como probablemente todos hemos experimentado, la comunicación abierta es crucial para que las relaciones familiares sean plenas y exitosas. De hecho, es tan importante que los lingüistas han identificado políticas lingüísticas familiares especiales que determinan cómo los miembros de la familia usan el lenguaje, y en el caso de los niños, cómo aprenden a comunicarse.

Cerrando la brecha de comunicación entre humanos y perros

En el último capítulo de esta relación interespecies en evolución, ha surgido un método innovador que podría fomentar un mayor vínculo entre humanos y perros: el uso de botones de comunicación. Estas herramientas especializadas permiten a los perros expresar sus necesidades, deseos e incluso pensamientos de forma más explícita que nunca. Al pulsar botones programados con palabras o frases específicas, los perros pueden "hablar" con sus compañeros humanos, pidiendo cosas como comida, juego o consuelo, e incluso indicando cuándo sienten dolor o ansiedad.

Este método no solo es una novedad, sino un avance importante en la comprensión de la cognición y la profundidad emocional canina. Entrenadores e investigadores están observando cómo los perros aprenden a usar estos botones, lo que revela mucho sobre sus habilidades para resolver problemas y la complejidad de sus procesos de pensamiento. Este enfoque no solo enriquece la vida de los perros al darles voz, sino que también proporciona a los investigadores datos invaluables que ofrecen una comprensión más profunda de la mente canina.

A medida que continuamos perfeccionando estas técnicas de comunicación, el vínculo entre humanos y perros puede volverse aún más profundo, mostrando el potencial cada vez mayor de un verdadero entendimiento entre especies.

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