¿Pueden los perros (u otros animales) utilizar botones para hablar?
Parece sacado de un libro de cuentos: desde que contamos cuentos, la humanidad ha imaginado la posibilidad de hablar con los animales.
Nos han dicho que FluentPet nos recuerda a "Dug", el cachorro despreocupado de Pixar's Up . La película animada lo muestra hablando a través de un collar especial que traduce sus pensamientos; si bien esto aún está lejos, existe la posibilidad de que los dispositivos de comunicación aumentativa entre especies (AIC) puedan ayudarnos a acercarnos un poco más.
¿Cuál es la ciencia detrás de este fenómeno?
En 2008, investigadores brasileños se preguntaron lo mismo: ¿se podría entrenar a un perro para que se comunicara a través de un dispositivo AIC? Los investigadores diseñaron un paradigma para examinar si un perro podía reconocer lexigramas (símbolos que representan palabras) para comunicar solicitudes (1). Después de un entrenamiento básico de comando, a su sujeto Sofía se le enseñó a presionar lexigramas en un teclado correspondientes a comida, agua, caminar, ir al baño, juguetes, cajas o mascotas. Las grabaciones rastrearon el comportamiento y la mirada de Sofía, sugiriendo en última instancia que su mirada correspondía con intención aproximadamente el 87% del tiempo (1).
Kanzi el bonobo y su habilidad para usar lexigramas
Sin embargo, estos investigadores no fueron los primeros en implementar un dispositivo AIC para lograr la comunicación entre especies. Este estudio comenzó en la década de 1970: los científicos entrenaban a seres no humanos, como primates y mamíferos marinos, para que seleccionaran botones aprendidos con el fin de solicitar, comentar y participar en estudios cognitivos. Uno de los sujetos más conocidos (y aún vivo) es Kanzi el bonobo, que llegó a dominar el uso de lexigramas al observar lecciones que inicialmente estaban dirigidas a su madre. Los lexigramas, o símbolos que se corresponden con objetos e ideas, generalmente se presentan al primate en un teclado o pantalla. Aunque la madre de Kanzi no estaba muy interesada en aprender lexigramas, las habilidades de Kanzi despegaron rápidamente. Con el tiempo, los investigadores descubrieron que Kanzi podía identificar un lexigrama correcto después de escuchar la palabra correspondiente e incluso podía hacer solicitudes novedosas (2).
El “efecto Hans inteligente”
Las afirmaciones sobre las habilidades de Kanzi recibieron críticas mixtas y muchos no estuvieron de acuerdo con las conclusiones de los investigadores. Algunos afirmaron que las habilidades de Kanzi no eran más que una combinación de asociaciones simples y el "Efecto Hans inteligente". Este efecto, que lleva el nombre de un caballo (“Hans”), salió a la luz durante una investigación de 1907 sobre la aparente “astucia” de Hans. Se decía que Clever Hans podía realizar aritmética y otras tareas inteligentes comunicándose golpeando con sus cascos (3). Sin embargo, más tarde se descubrió que el caballo simplemente estaba en sintonía con su audiencia. Los investigadores descubrieron que a medida que Hans hacía tapping, la audiencia contuvo la respiración con anticipación, dando un suspiro colectivo de alivio en el momento en que Hans alcanzó el número objetivo, indicándole sin querer que tenía la respuesta correcta. Hoy en día, mucho ha cambiado en nuestra comprensión de cómo realizar investigaciones sistemáticas sobre el comportamiento animal: las cámaras y las herramientas automatizadas de captura de datos permiten sacar conclusiones más precisas, y ahora sabemos cómo implementar estrategias que eviten señales humanas involuntarias.
Qué haremos hoy en HowTheyCanTalk para obtener más información
En la Universidad de California, San Diego, el Dr. Federico Rossano, director del Laboratorio de Cognición Comparada, dirige actualmente un estudio en el que participan miles de participantes de HowTheyCanTalk . Aunque el estudio consta de varias fases, por el momento la atención se centra en recopilar datos enviados por los participantes; las fases posteriores incluirán grabaciones y pruebas las 24 horas del día, los 7 días de la semana, para determinar mejor la correlación entre presionar un botón y el comportamiento contextual. A pesar de las críticas inherentes al estudio de la comunicación entre especies, como se vio en el caso de Clever Hans y Kanzi el bonobo, las posibilidades aún son prometedoras. Debido a que el estudio HowTheyCanTalk es mucho más amplio y extenso que lo que se ha hecho anteriormente, esperamos que las conclusiones extraídas también puedan evaluarse a un nivel estadísticamente riguroso. A medida que recopilamos más datos (desde el temperamento y la genética de los animales hasta los hábitos diarios y el comportamiento registrado), esperamos comprender qué es lo que realmente impulsa el uso de botones y si es o no significativamente significativo. Equipados con el conocimiento de las críticas de proyectos pasados, seguimos siendo optimistas con nuestros miles de participantes en la iniciativa de investigación HTCT, podemos dar pasos adelante en la búsqueda de la comunicación entre especies.
Si bien sigue siendo incierto si nuestros perros realmente "hablan", sí sabemos que nuestro trabajo continúa construyendo vínculos más profundos e inquebrantables. No sólo es una forma atractiva de pasar tiempo juntos, sino que también puede ayudar a desarrollar relaciones más estrechas con nuestros queridos alumnos. Si su alumno le expresa perfectamente lo que quiere con sus botones, si comparte amor y afecto en más de un sentido, ese vínculo es algo que todos podemos apreciar por igual.
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1. Rossi, AP y Ades, C. (2008). Un perro frente al teclado: uso de signos arbitrarios para comunicar solicitudes. Cognición animal, 11, 329-338.
2. Savage-Rumbaugh, S. y Lewin, R. (1994). Kanzi: El simio al borde de la mente humana. Wiley. ISBN 978-0-471-58591-6
3. Samhita, L. y Gross, HJ (2013). El "fenómeno del inteligente Hans" revisitado. Biología comunicativa e integradora , 6 (6), e27122. https://doi.org/10.4161/cib.27122.